La mirada hacia atrás.

Este post desgraciadamente para mí, no es de mi autoría, detalle que pueden notar por la estructura del mismo. Puedo envidiar la belleza que encierra, odio no poder decir que es mío y puedo admirar a la persona que amablemente me lo compartió y agradezco infinitamente poder compartirlo con ustedes (con su permiso).

La delgada línea de quererte, me rompe por dentro. Los espacios entre tu respirar y tu voz, saben a mar; no son como las lágrimas, no duelen como las penas. Esas derraman trozos de confianza en cada paso, tú simplemente te alejas, con un enorme esfuerzo por no mirar hacia atrás.

A mí sólo me quedó, tomar entre mis manos, el último suspiro ante tí, mirarte con los ojos llorosos y admitir que merezco ya no tener tu presencia. Tu aroma se alejó segundos después que tu silueta.

Pudé desear ser tu compañero en la jornada, el defensor de tus sueños, el peor de tus amigos porque no quiero saber todos tus secretos; me volvería loco si un día despiertas y me besas como besarías a tu hermano. Tomar tu mano a escondidas, mientras te sonrío, compartiéndote un secreto a voces, desearía matar porque estuvieras acostada a mi lado.

La culpa no es compartida, no existe; es difícil entender que los caminos toman rumbos distintos y seguirlos, nos cuestan. Tampoco te quiero ser incondicional, porque un día te traicionaría sin desearlo y rompería tu confianza.

Pero si miras hacia atrás, por única vez, me verás contemplándote hermosa, con una sonrisa, queriéndote con todas mis fuerzas, prometiéndote a media palabra el olvido.