6 de marzo de 2009

Una dulce estocada con olor ajeno.


Me miraba insistente, queriendo saber qué pensaba, qué sentía; pero jamás le daría ventajas, así que desvíaba mis ojos de los suyos para no caer en ese juego furtivo, hiriente y cruel que siempre terminaba en lágrimas ocultas, en reclamos callados y manos apretadas, escondidas en las bolsas del abrigo.


Preguntaba con tono sarcástico, cómo si no supiera las respuestas; en el fondo, todos sabemos las respuestas a las preguntas que formulamos. En nosotras, eso es más simple, más contundente. Sabemos cuando todo marcha bien, cuando el cristal se rompió y se están barriendo los trozos del piso; pocos son los afortunados que abren sus ojos a las señales, los demás, tratamos de disfrazar el panorama para sentirnos mejor.


Sé bien lo que duelen los silencios, las mentiras piadosas y las miradas contundentes, las falsas verdades y las retiradas a tiempo.

Mi historia no suele ser un cuento de hadas, tampoco una tragedia griega; simplemente no me gusta contarla, revivirla y sacarle provecho en brazos de otra persona. Esta noche, no quiero agregar otra página, pero es inevitable.

Incluso, me duele mirarle de frente, esquivarle las preguntas... aunque sabe las respuestas.

No sé cuanto tiempo pasó, lo último que recuerdo es lo que le dije, de manera sistemática, con la mirada fija en la suya, con mi voz ecuánime, con mi cuerpo gélido:

"En tí, ya no busco amor, no me interesa que sientas algo por mí. En realidad, sólo quiero ser tu musa inspiradora, ¿Eso es tan malo? No quiero que me regales flores, que me hables todas las noches, que pienses en mí cada que amanece, que me platiques tus problemas, que me beses pensando en otra, que me digas te amo, cuando no es así... No pienso dejar mi mundo por seguir el tuyo, en realidad no me interesa, para eso tienes a otras".

Pero, por azares del destino, una piensa que ningún hombre realmente se involucra con una chica hasta que, te topas con uno que, te entera que en ese momento, le rompiste el corazón y le pateaste el trasero.

Entonces el sexo ya no es tan atractivo y el hombre tan malo, porque se cree (por la experiencia) que lo único que el hombre busca es el sexo sin cadenas.

Fue cuando entendí que le había dicho al hombre equivocado, el discurso correcto.

2 buzón de quejas:

Anónimo dijo...

Macarena dice:

Me matan tus relatos, en serio son tuyos?

Paso por tu blog esperando encontrar otro relato tuyo, son muy buenos.

Saludos.

Anónimo dijo...

Me encantó la manera en que una mujer puede acabar con un hombre sin tener que mancharse con un affair o caer drama.

Me gusta como escribes.