5 de septiembre de 2009

Un mexicano vino...



Nervioso, pero sin duelo
a toda la concurrencia
por la mala voz suplico
perdón y condescendencia.

Con mi cara de ataúd
y mis mariposas viejas
yo también me hago presente
en esta solemne fiesta.

¿Hay algo, pregunto yo
más noble que una botella
de vino bien conversado
entre dos almas gemelas?

El vino tiene un poder
que admira y que desconcierta
transmuta la nieve en fuego
y al fuego lo vuelve piedra.

El vino es todo, es el mar
las botas de veinte leguas
la alfombra mágica, el sol
el loro de siete lenguas.

Algunos toman por sed
otros por olvidar deudas
y yo por ver lagartijas
y sapos en las estrellas.

El hombre que no se bebe
su copa sanguinolenta
no puede ser, creo yo
cristiano de buena cepa.

El vino puede tomarse
en lata, cristal o greda
pero es mejor en copihue
en fucsia o en azucena.

El pobre toma su trago
para compensar las deudas
que no se pueden pagar
con lágrimas ni con huelgas.

Si me dieran a elegir
entre diamantes y perlas
yo elegiría un racimo
de uvas blancas y negras.

El ciego con una copa
ve chispas y ve centellas
y el cojo de nacimiento
se pone a bailar la cueca.

El vino cuando se bebe
con inspiración sincera
sólo puede compararse
al beso de una doncella.

Por todo lo cual levanto
mi copa al sol de la noche
y bebo el vino sagrado
que hermana los corazones.
Nicanor Parra.


Hace unas semanas, unas amigas y yo nos lanzamos a Tequisquiapan; el plan era asolearnos rico bajo el sol lujurioso de esos lares (sobre todo, considerando nuestro bronceado de morgue), escalar la Peña de Bernal que es ciertamente, una belleza (y tener de referencia la épica historia reflejada en Encuentro Cercano del Tercer Tipo), comer unas suculentas gorditas del pueblo de Bernal y turistear por 'Tequis'.

Claro, cuando se juntan tres hermosísimas mujeres y tienen que ponerse al día, las horas de la madrugada pasan sin hacerse notar, por lo que... prácticamente vale pinole todo plan que insinúe levantarte a las 7 de la mañana y nomás terminas haciendo un plan de emergencia.

Y parte de ese envidiable plan era conocer unos viñedos de los cuales mi amiga se había encargado de presumirme con especial gusto, tenemos cierto delirio por los vinos y ella hablaba constantemente de sus 'riquísimos vinos de Tequis'.

La verdad, no le creía mucho; sobre todo si ella gusta de los secos y penetrantes vinos alemanes (para lo que, si se posee un paladar exigente, son los ideales) y su opinión de los vinos latinoamericanos es de: no son buenos; a mí me gustan los chilenos y los de Baja California pero, estaba empeñada en hacerme cambiar de opinión (ya saben como somos las mujeres en eso de las amenazas).

Pues, cambié de opinión; probé riquísimos vinos mexicanos ante una tabla estupenda de quesos, una plática evocadora y el reencuentro con una amiga de la pubertad.

La Redonda es un pintoresco viñedo que se encuentra a unos pocos kilómetros del pueblo de Tequisquiapan, por la carretera que lleva a la Peña de Bernal, la cual pueden tomar de referencia ya que el hermoso monolito (uno de los más grandes del planeta) además de embellecer el paisaje es tan efectiva como la Estrella del Norte para los marineros, claro, de día; aunque mi amiga nos comentaba que gracias al fomento de turismo se realiza un espectáculo nocturno de luces que, según ella, no le pide nada a los de Las Vegas (sic...) y eso alienta a los turistas a que cada día se consolide como un punto obligado del trayecto.

El viñedo en sí, ofrece una panorámica hermosa. Se dice que los vinos producidos en el Continente Americano son ácidos y un poco amargos al paladar, rasgo que de un modo u otro distingue a los vinos latinoamericanos; la vid fue traída de Europa, se realizó un estudio especializado para ubicar el lugar idóneo para poder sembrar y cosechar las uvas con características mediterráneas y creánme, el resultado es asombroso:

¡Un vino lleno de aroma, sabor y encanto!

Así que si se organizan un fin de semana por Tequis... no olviden visitar los viñedos de la zona, ahora que si se consienten con una tablita de quesos y una buena compañía, ¿Qué más pueden pedir?

Y para tomar vino, no se necesita ser: enólogo, catador o sibarita; como dice mi ídola Ely Guerra: "Sólo se necesita un vino que a tí te guste", y eso se sabe 'pos'... probando.
Si gustan conocer más de este hermoso lugar: La Redonda.




Si me preguntan mi opinión (y si no, pues se friegan): Ta rebonito Tequis!!!

2 de septiembre de 2009

La neurona perdida...

Sé que este tipo de entradas son algo fraudulentas, porque no he puesto algo digno de mi egocentrismo intolerante a la lactosa... pero prometo recompensar mi ausencia.

Hoy, de regreso a mi casita después de un día obsceno de trabajo, estaba buscando algo decente para poner en mis adorables oídos y echarme mi acostumbrada pestañita en el guajolotero del bicentenario (entiéndase guajolotero moderno porque al imbécil del carnal Marcelo le dio por poner dos tipos de gualojojets: los austeros y los ejecutivos con condishioner eir, por cierto, no dan cambio, ojete el Ebrard) y de pronto... zas!

Como flashback pitero telenovelero, sentí como una neurona que había estado en el letargo por varios años, salió saltando cual bailarina del Lago de los Cisnes, a la luz; ocurrió lo odioso para mí: se me pegó la maldita tonada el resto del día.

Dentro de los martirios infames, el que se te quede una tonada por más de una hora, ya es un martirio. Lo peor no es que te pase, sino que a veces, la tonada en cuestión resulta INFAME, pero ésta se salva.

Así que hoy, de pronto regresaron mis frenos de puberta, me salieron las coletas y el copete encrespado y tieso por el Aquanet (si no saben lo que es el Aquanet, no vivieron los horrendos 80's) y la tonada me torturó por más de una hora... suele pasar.







(esta versión tiene más punch)