3 de junio de 2009

Fragmento de una historia fragmentada.


-No hagas caso, no es para nada serio, sólo un arranque, una euforia interna disparada, una carga de adrenalina que hay que disparar, así que no me mires con esos ojos, desconociéndome...

-¿Y que quieres que haga? Me asusta cuando hablas y te pones así

-¡Momento! Quita esa cara de escuincle regañado; me choca esa cara, no es para tanto, simplemente déjame seguir

-A veces eres tan rara... me sacas de onda

-No te compliques, no te limites, no tienes que prestar atención si quieres, no tienes que sentir lo mismo, no tienes que estar en el mismo canal, esa es la parte que me fascina de ti, el modo en que te mueves con libertad, para estar, para ir, para aparecer y aún así, colmarme la existencia entre una revolución de enojo y alegría... ¿Quién te ofrece eso? hoy en día, los encuentros se te van en una penetración y ya, en una especie de contoneo íntimo que no va más allá de las sábanas, que no incluye un diálogo entre los dos, simplemente una venida y ya... ¿Eso quieres?

-No sé

(¡Imbécil! ¡Inmaduro! ¡Arrogante! ¡PENDEJO!)

-Pero estás aquí... ni yo entiendo del todo porque estás aquí junto a mí y por qué estoy aquí contigo, sin querer ir al lado contrario, lejos...

-¿Quizás una adicción? ¿O una tortura emocional?

-Jajajajaja... para nada, ¡Cálmate! El asunto no es tan intenso y complicado

-¿Entonces?

-Me resulta difícil dejarte ir


Y bastó esa última parte, para olvidar mi cruel intención de herirle el ego, para que mi mente se pusiera en blanco y olvidará el discurso que horas antes armé con tanto cuidado y detalle, para hacerle saber que yo era esa adicción que él inconscientemente busca en esa tipeja de poca monta, o la pasada, o la del año pasado, o la del viaje anterior...

Claro, me recordaría que él no olvidaba mi lista de reclamos emocionales de años anteriores, de cómo yo era tan inocente en contarle los detalles dolorosos a sus oídos de mis andadas en camas ajenas y labios esclavos de mi actitud de femme fatale aburrida y pasada de moda; cuando él a susurros me advertía que yo ya no tenía 20, que esa actitud de berrinchuda ya no era necesaria y que podía ganar más, siendo la que yo era en el fondo, cuando veía por la ventana un horizonte oblicuo de posibilidades para avanzar el tramo amargo de una búsqueda inútil, porque encontrar un todo nos guía a un vacío, a una decepción segura; porque si pedía unas manos que vivieran por mí, no las encontraría, si pedía unos ojos que sólo me miraran, no los hallaría, si pedía una boca que sólo repitiera mi nombre, ésta lo olvidaría después de 5 repeticiones...

El problema no es pedir, sino encontrar en un mismo ser, sino aceptar que ese ser nunca existió ni lo hará; pero nos queda el aliento de la esperanza, ese olor a agonía que nos hace avanzar anhelando una cura inexistente...

¿Qué era lo más triste? ¿Su indecisión? ¿Mi soberbia?

O el hecho de saber que si bien no somos el uno para el otro, seguimos acariciándonos en cogidas mentales y aún así, en persona, nuestra sangre y nuestro ser sigue hirviendo, sigue reaccionando, y que no me venga con sus pendejadas de que son las hormonas o que él hombre y yo mujer (a veces lo pendejo no se le quita) y que las ganas...

Porque la gorda de Maruja también es mujer y seguro que con esas nalgas de bóiler, ni en chiste ni por urgencia se la cojería como me coje a mí!

2 buzón de quejas:

Kyuuketsuki dijo...

Alguna vez dije algo parecido:

"me es tan difícil dejarte ir"

pero tenía que hacerlo. Y de verdad es duro...

Malayerba Dárgelos dijo...

Así es esto de las jaletinas...

A veces las despedidas son inminentes y no se puede hacer nada para evitarlas.

Menos, cuando uno no se quiere despedir.