18 de mayo de 2009

El club del reciclaje.


Algo que siempre me dije fué:

"Las frases recicladas son malas."

Lo peor es que, día a día, reciclamos más que las frases.

Esmeralda se daba el lujo de reciclar hombres, pudo ser un hobbie extravagante, pero era de agradecerle que era fácil recordar los nombres del tipo que llevaba a nuestras citas; si no lo recordabas, entonces te arriesgabas a adivinar y por estúpido que suene, era muy probable atinar y salir airosa del asunto.

Claudia reciclaba las cartas que existían en sus relaciones, no sólo las amorosas; hablo de todas sus relaciones, con cualquier cosa que se las generara. Tenía una vieja gaveta de madera que le había comprado a una anciana que había enviudado meses antes; se decía que la anciana le había dado un veneno a su esposo, que la engañaba con su mejor amiga y Claudia decía que la única hija de esa amiga, se reía del mismo modo que el marido de la anciana; en el fondo, nadie culpaba a la anciana aunque sonara radical ese rasgo. Cuando revisó la gaveta, Claudia encontró unas viejas cartas escondidas entre los cajones; parecían más bien, los ensayos de un discurso diez mil veces corregido y tal vez, jamás dicho.

Meses después, esa gaveta era el escondite perfecto para las cartas que aún llegaban a las manos de Claudia: cartas de renuncia, estados de cuenta, notificaciones legales sobre un divorcio anunciado... avisos de pagos, cancelaciones de suscripciones, esquelas, invitaciones y recetas médicas; pero ella era la única que entre ese bulto de papeles con letras, estaban recuerdos reprimidos que algunas veces quiso poner en palabras.

Luis era uno de los recicladores más creativos que yo haya conocido, su afinidad era grabada en cintas de audio; cintas que bautizaba con canciones. Tenía el muro repleto de cintas, a mí parecer le daba un aire artístico alterno a su departamento que gritaba SOLTERO por todas partes, las demás creían que era innovadora la idea de tener un artículo simple convertido en arte.

Un día, marcó a mi casa, borracho, se había equivocado de número pues me confundió con Martín, su colega del trabajo y amigo desde la universidad; antes de que yo preguntara quién era, se apresuró a callarme y poner en el auricular una grabación. Al principio no alcancé a escuchar, así que él rebobinó y subió el volumen; la llamó: Sunshine of your love y completó que era la más armoniosa desde que inició con el juego, entre sollozos repitió que se llamaba Sofía y Sofía jamás se hubiera imaginado que lo último que dejaría en la vida de Luis, sería una serie de orgasmos auditivos para su colección; a menos que ella quisiera pertenecer a la colección de un tipo que se deleita de oír los orgasmos de sus chicas y poder presumirlas con sus amigos.

Algunas cintas, habían cambiado de nombre... y de chica.

Después de muchos años, me incluí en ese club, reciclé innumerables cosas, podría decir que era ecléctica, ilimitada. Pero apareció en escena, una noche x, en un tiempo x, con un sujeto x...

No pudé reciclarlo porque no tenía con qué; reciclar a ese sujeto x, esa noche x y ese tiempo x era ambicioso, malvado y cruel. Ahora, quería salir de ese club y darme a la fuga, pero no sé si con el sujeto x, cabe la posibilidad de ser la x, y no poder reciclar más x's.

Me cambiaron la jugada, porque según recuerdo, iba por un número más; hace unos años, inicié esa tendencia a numerar y al contrario de muchas, eran un trofeo; no me había sentido mal, esa actitud la habia copiado de los que me habían numerado anteriormente, eso es malvado.

Admití que no fue divertido para mí, me habían jugado con las cartas correctas y me ganaron, al menos esa noche y tirada viendo el techo, sentía las caricias que alguna vez hicé y me recordé, haciendo esa labor extra para quedarme 5 minutos más, intercambiando trucos para avanzar niveles, pero no fue así.

De pronto, mis número perdieron hasta volverse negativos, rojos... los nombres aparecieron ante mí, los rostros, las citas, lo que tenían en común y sus rasgos particulares; mi primera vez y la primera en que me derrumbé por saber que era el fin, no me conocía en ese estado, no tan vulnerable y lo sentí junto a mí, como añoras sentir al que te posee aún después de algunos años y algunos encuentros, en la oscuridad sabía que estaba a mi lado y no se había ido junto con su venida, como suele pasar, incluso a mí.

Aún tengo en la mente la canción que sonaba mientras nos íbamos dejando entre esas sábanas, minutos antes de salir al amanecer y cada quien tomar su camino.

No, no es que haya algo ahí, creo... sólo que me dí cuenta de que eso que tanto buscaba en alguien (esperar más de lo que es, duele), lo vine a encontrar en quien menos me imaginé y quiero tirar todo eso que reciclé por años, porque los montones de cosas que pudiese tener, no pueden reemplazar los minutos que anteriormente le pedí y que el sujeto x, me dio sin pretexto, sin prisas.

Pero suele ser así, en casi todas partes, uno pierde y el otro gana, aunque el ganador pocas veces se entera de su triunfo y el perdedor duda en hacérselo saber.

No quiero terminar reciclando historias fallidas.

4 buzón de quejas:

Kyuuketsuki dijo...

Pft, no solo las frases, ahora todo es reciclado... lo más feo es todo lo reciclado relacionado con las emociones humanas; amor y tristeza y etc. enlatados y dulcificados para llevar, plis

Romina Sanromán dijo...

Tienes tanta razón, que me dio un dolor en el estómago cuando llegué al penúltimo párrafo.

Deja le marco... ja ja ja ja


Saludos.

la montenegro dijo...

no manches! me encanto tu post por exacto, directo y crudo. un besote adorada

Malayerba Dárgelos dijo...

Kyuuketsuki:
Ya me ví... en mi Camaro rojo sangre, en la ventanilla de un fast food, pidiendo una orden de reciclados...

Rommy:
Imagínate cuando lo escribí, el vacío estuvo pior. Y si, también le llamé en su momento, pero dejó el buzón sonar. (snif!)

Montenegro:
snif snif...