Otra prueba de que morir antes de los 30's, de manera tempestuosa y con drogas de por medio, te convierte en leyenda.
¿Pensaban en el Joker?
Todos ponen el mismo... yo soy más grouppie y aquí se se ve mucho mejor.
a veces yo no sé, su plan macabro...
Otra prueba de que morir antes de los 30's, de manera tempestuosa y con drogas de por medio, te convierte en leyenda.
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contenido: grouppie stuff, perfume hotstuff
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contenido: perfume sádico, relato a la orden
A veces, la información nos llega de donde menos nos la esperamos. Partiendo de esta premisa, se me quedó grabado en el disco ROM (algo ya dañado por cierto), un proyecto interesante.
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contenido: grouppie stuff, perfume indie
Este es el año en que la Motown cumple medio siglo de hacer a los blancos cantar música negra.
Aunque tengo un blog de escaparate musical, no puedo evitar meter posts alucivos a tan delirante tema; así que, para brindarle un tono más grillero, expondré que este año es:
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contenido: entre obama y nostragamus, perfume mo
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contenido: me amargaron el día
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contenido: me amargaron el día, pretendiendo filosofar
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contenido: dildomania, perfume adicción
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contenido: perfume sex on fire, relato a la orden
Uno de los muchos placeres que disfruto con singular alevosía y gula, es la música.
Para algunos, soy una prepotente y arrogante a la hora de dar mi veredicto a algún proyecto musical; sin embargo, cuando una banda, un artista o un proyecto tiene ese encanto que simplemente hipnotiza, gusta, sorprende o emociona, vale la pena promocionarlo.
Admito que mis gustos musicales son algo especiales, pero esta banda en especial, tiene tiempo que la conocí y recuerdo que fue una de esas veces en las cuales piensas que el esfuerzo queda en circuitos de bares y ya; afortunadamente pinta para algo mucho mejor.
Denle una oportunidad y escuchénlos; a mí me sorprendieron sobremanera, suenan muy muy bien:
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contenido: grouppie stuff, perfume indie
Mientras escribía el post anterior, me quedé pensando (de forma muy morbosa, en realidad), todo ese disparate Harrison - Clapton, al punto de que recordé tres cosas:
-My guitar gentle weeps, tuvo la colaboración de Clapton y se convirtió en uno de los riffs más célebres del rock.
-La mejor versión de Layla (a mi parecer) es la realizada en el Rainbow Concert, y es una de las pocas rolas que tiene las mejores colaboraciones que pueden imaginarse, desde el genial Clapton, hasta Jimmy Page; pasando por toda la matrícula rockera de los años 70's (entre los que se pueden mencionar al genio Who Pete Towshend, al genio poco reconocido Jeff Beck y otros que la verdad mejor ni mencionar para no olvidar a ninguno).
-Demonios!!! Es de mis rolas preferidas, de mis riffs favoritos y como carajos no desear haber sido la inspiración de tan tamaña rola.
Deleiten sus oídos:
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contenido: grouppie stuff, layla, perfume ono 2a parte
Yo sé que tengo una aguda debilidad por los músicos; tienen ese olor a prohibido, a salvaje, a grouppies agarrandándoles la pierna o las nalgas...
Tienen olor a infidelidad y fobia a compromiso, pero algo tienen que por lo menos, a mí se me pegan como moscas; aclaro que sin quererlo.
Pero eso de tener una relación con un cuate que tiene entre las manos algo más que una nena gritándole lo sexy que se ve en el escenario, pocas veces termina bien...
Entrada en el tema, la verdad es difícil decir que instrumento excita más, si la guitarra, que si la batería, el bajo, los teclados, el vocalista (siempre y cuando cante bien o de menos entonado). El punto es que, el simple hecho de saber que tienes entre tus brazos al objeto del deseo de más de una escuincla gritando, el ego te crece exponencialmente. Más cuando, mi modestia es casi nula, pudiese armar una banda con todos mis ex novios musicos (jajajaja! obvio tenía que decirlo), en realidad todos tienen un encanto único y especial.
Pero, de que te apoden la Yoko, que oigas que digan entre dientes: ahí viene la Yoko... eso ya es otro rollo.
Para todas aquellas féminas que se sientan en las nubes por ser apodadas con tan reconocido nombre, creánme!, es todo menos un halago y es cuando hay que sacar la garra ante los nenes que protegen o adornan a nuestro intento de rockstar (a menos de que sea Jack White, AXL Rose o de a jodida Rocco de la Maldita -si me la jale, perdonen, pero hay peores-):
Primer caso: LAYLA
George Harrison y Eric Clapton, en sus años mozos eran amigos, bueno, casi hermanos del alma; se sabe que Harrison es igual de bélico que la Madre Teresa de Calcuta, es decir, entre menos fregadazos mejor y su historial musical nos viene guango cuando sabemos hasta el hartazgo quién es el mozalbete éste.
Por su lado, Clapton es reconocido por su genialidad ante la guitarra y las composiciones más dolidas dentro del universo rockero. Su adicción a las drogas más divertidas y sus múltiples enemistades en el mundo musical son harto conocidas, además de sus múltiples concubinas; es el ejemplo de mastodonte que aún casado, tenía amoríos con sus fans y hasta les producía discos que invariablemente son buenos (ahí está la Sheryl Crowl para que les aclaren todas sus dudas y el hitazo de If it makes you happy fue enteramente producción del gigoló); pero aún con todo esto, es de mis ídolos.
Bueno, el punto está en que Harrison tiene una novia bellísima (considerada como su primer amor): Patricia Lloyd; novia que el hermano del alma Clapton se echó al plato... se la echó al plato!!!
Aún siendo la novia del Beatle, es más, era su prometida, Clapton tuvo la puntada comiquísima de componerle la rolota: Layla.
Pero, por qué no ponerle Paty? Porque entonces, hubiese sido el colmo... nomás pasó que Harrison rompió con ella y ella terminó a su vez, casada con Clapton y duraron pocos años enamoradísimos, hasta que apareció otra en escena. Pero esa, ya es otra historia.
Segundo caso: STEVIE
Érase una vez que estaba un grupo genial llamado: Fleetwood Mac. La ventaja aquí es que la unión que tenían era simplemente la música, nadie era tan amigo del otro, pero Lindsey Buckingham - Stevie Nicks y John - Christine McVie, eran las parejas del grupo; Mick Fleetwood, cosa interesante, estaba casado con la hermana de Patricia Lloyd (si la mencionada anteriormente... jijijiji!).
Stevie era la vocalista oficial, fue poco a poco posicionándose como pieza clave para el grupo, cosa que a los McVie, sobre todo Christine, fue causa de gran tensión. Se cuenta que Stevie fue cayendo más y más en el horror de las drogas hasta que la cocaína era un adorno indispensable para ella. Pero jamás se negará que es poseedora de una extraordinaria belleza y de eso estaba completamente seguro Lindsey... igual pensaba Mick.
Si la tensión entre giras, drogas, matrimonios fracturados y celos no eran suficientes, Stevie tuvo un amorío con Mick!!!
De ahí en adelante, las disputas del grupo se daban mediante las canciones, por mencionar algunas: Dreams, Tellin' lies, Sara, son dedicadas a ellos mismos; dando así como resultado un tortuoso matrimonio musical con soundtrack incluído, así para saber que reclamo se hacían, basta con escuchar detenidamente las canciones y saber a qué se referían.
Tiempo después, Lindsey y Mick, ahora medio calmados, dieron a la posteridad una de las fotos más representativas del desaparecido grupo: Los dos vestidos listos para ir al altar.
Stevie, por su lado, escribió una de las canciones insignias del movimiento femenino rockero (100% sexual, con olor a pollito puberto y hasta virgen): Edge of seventeen. Posicionándola como ícono de finales de los 70's y principios de los 80's y que sin ella Fleetwood Mac, simplemente no funciona.
Tercer caso: YOKO
No sé si sea realmente necesario exponer este caso... a grandes rasgos, gracias a esta mujer de extrema belleza exótica (¿?) fue la culpable de que Juanito Lennon les dijera gracias y pasen por su globo al resto de los escarabajos, en lo que probablemente sería su fase máxima musical.
Paul, literalmente la odiaba, pero como John era su amiguísimo del alma, tuvo que soportarla y hasta componerle una rola con cierto mensaje subliminal, que ni funcionó.
Y todo para que, en diciembre del 80, Lennon fuera asesinado y diera por perdida toda esperanza de que los Beatles se volvieran a juntar y probablemente hacer algo.
Así que, si después de esto, aún sientes que el apodarte Yoko es un halago... amiga mía, queridísima hermana del alma, entonces eres una vieja destruye bandas.
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contenido: grouppie stuff, perfume ono
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contenido: charla entre amigas, perfume cheat on
Me daba pena, para qué voy a negarlo. Esa pinta de niña buena, no me queda. Las mejillas no se me sonrojan por lo inocente, sino porque mi mente viajó más rápido que la luz y sólo lo vi aparecer en el sitio pactado y ya mi cuerpo estaba estremecido.
No hablaré de mis piernas y mis senos porque esas imágenes se las saben de sobra y volverlas a describir, es mera terquedad. Su silueta no era impresionante, pero me impresionaba; era una de esas visiones que solo le pasan a la chica de a lado, la que se sienta delante de tu pupitre y es la que recibe los papelitos de pseudos Romeos imberbes del colegio (y que apenas les salen tres pelos en la cola y se sienten galanes de telenovela barata); a la que usa los tacones, viste falda y el pelo se le mueve como seda en el viento, incluso piensas que la mocosa con imagen de perfecta candidata a la estatuilla de la Madre Teresa de Calcuta, podría tener más posibilidades que tú.
No es una posición de baja autoestima, aunque el panorama indique esa dirección; no, simplemente que cuando una sabe que no es del estilo “quiero ser Britney Spears por 5 minutos” y más bien le tendemos a la de la prima de la amiga del cuñado del tío del cuate de la mamá de quien sabe que monigote (o en otras palabras: igual y ni se acuerdan de tu nombre pero recuerdan que te vieron quien sabe dónde), tenemos presente que pocas veces ‘alguien’ con la pinta de este personaje, es raro ver su nombre figurar en nuestra agenda, celular o círculo de amigos; seamos honestos, pocas veces nos vemos inmiscuidos en ese selectísimo y elitista grupillo de “nos ven sin que lo queramos” y que cuando pasa, simplemente no sabes que hacer.
En este punto, todo suena como guión trilladísimo de programa juvenil pueril que alguna vez nos pasamos viendo, cual penitencia cumplida por empezar a descubrir que las masturbaciones (femeninas y masculinas) son un placer a escondidas y nos pasábamos platicando y poniendo al tanto al día siguiente en el colegio; seguro seríamos la chica o chico nuevo del pueblo, a la usanza de pantalones aguados y playera verde perico con la leyenda de perdedor o promocionando algún aparatejo ferretero, que manejamos un cachivache de hojalata deformada color oxidado y que siempre, sin faltar a tal principio, estaba la chica con imagen perfecta o el clásico atleta guapísimo y súper moderno, dos escalones menos del nombramiento de deidad juvenil, que nos robaban el aliento (era condición que aún sin caer en la categoría de hetero u homosexual, suspirábamos ante el caminar y meneo de ambos especimenes y eso era indispensable para que lo demás, en cierto punto, tuviera una justificante para que todo alrededor existiera, incluso nosotros) y nos hicieran sufrir porque en la vida (¡EN LA VIDA!) se fijarían en nosotros… a menos que un prestigiadísimo y famosísimo grupo de diseñadores de imagen, patrocinadores vanguardistas, un vehículo de moda color rojo ‘te veo a 3 kilómetros’, la trama a punto de clímax y una audiencia hambrienta de problemas siempre conocidos pero muy dramáticos, nos convirtieran en la Cenicienta o Romeo Montesco que aparece en el baile de graduación y por lo general es elegido como: LA REINA o EL REY del baile (no sé de dónde sacamos que en todas las escuelas dignas, debe tener un baile con un tema que siempre terminaba más meloso que Titanic) y el aspirante a deidad griega, romana o popular se enamore perdidamente de nosotros y obvio, con un muy, muy feliz final (éste por cierto, se entendía que rayaba en lo ridículamente inmaculado y perfectamente objetivo para cualquier mortal que tenía que conformarse con solo ser extra en tan emotivo acontecimiento).
Bueno, a ese nivel me encontraba en ese preciso instante… y cual comedia juvenil pueril, yo era la Cenicienta de este guión.
Y él, el casi deidad estaba a punto de tomarme por la cintura y plantarme un beso de ensueño y decirme con su melodiosa voz:
-“¡Hola hermosa!”
-Acompáñame a recoger un libro
-Hooola! ¿Cómo estás? Yo bien y tú? ¡Hay que rico beso!- claro, mi mirada estupefacta al instante.
El beso fue casi obligado y el idílico episodio sólo se quedó en episodio.
Pero ni él ni yo tenemos la culpa de que se crea que todo pudiera ser como en las comedias de televisión. No me quedó más que acompañarlo hasta donde le dio la gana; habló como siempre de él, que si él esto que si él lo otro, que si fulano que si sutano, dando como entendido que yo sabía a quien se refería.
Tampoco es que yo espere una casi relación perfecta, porque ese no es mi estilo; incluso la líbido pudiera tener la culpa, porque no puedo dejar de mirarlo, de tocarlo y de desear fervientemente hacerlo mío una y otra vez, constantemente, impúdicamente, donde fuera.
Tampoco, tiene la culpa la madre naturaleza, porque lo hizo justo como siempre lo hubiese deseado, de los pies a la cabeza; aunque hay ciertos detalles que tendría que tratar con el fabricante.
Puedo hasta pasar por alto aquello de que hay un roto para un caliente (premisa siempre peligrosa pero cierta)… nada en ese momento podría ni justificar ni explicar el por qué me muero por estar con él.
Pero allá yo, que ya sé de antemano cómo terminará todo esto; eso es lo seguro, se que terminaré dolida, llorando amargamente pero ahí estaba yo, incluso soportando este tipo de situaciones que sólo yo y quizás mi amiga de años sabemos reconocer antes de que pasen. El colmo es que se qué pasará y me vale un comino; para terminar rápido, ahí estaba yo.
Y me ha dado por ser sádica, creo (claro que después de que Tarantino nos presentó esa peculiar definición para sadismo, yo estoy en pañales y en términos prácticos: soy una mojigata), porque incluso me doy cuenta de sus cuentos, de sus mentiras, de sus historias de vaqueros, de su mitomanía; cree que me las creo sin pestañear, el muy pobrecito! Hasta ternura me da, sólo me pregunto si yo también me daré ternura cuando me encuentre al lado del teléfono, llorando cual novia de pueblo dejada ante el altar (pero aún no pienso llegar al altar…); ahí estoy yo, oyendo todas y cada una de esas enmarañadas historias, sin interrumpir, sin decir una sola palabra y mirándolo fijamente, clavando mis pupilas en sus ojos que no me sostienen la mirada, en sus labios que humedece sádicamente cada que se percata de mi ojos perdidos en ellos, en los ademanes que hace con las manos para hacer aún más evidente su aplicación de recursos teatrales y darle mayor realismo a sus relatos, el muy pobrecito!
Le gusta el público cautivo, no se siente incómodo de verme sentada frente a él, admirándolo; incluso sabe de las chicas que han pasado a nuestro lado que le han mirado con coquetería descarada y nada las detiene, camina a mi lado como si fuera un conocido o amigo que nos encontramos por la calle y estamos poniéndonos al tanto; peor aún si yo no le puedo reclamar o hacer una escenita de celos, pues le sentencié desde un principio que no somos nada, simplemente nos estábamos tratando (pero de llevármelo a la cama, al muy pobrecito!)… así que las zorras callejeras (porque estaban en la calle) no tenían ningún impedimento en alimentarle y engrosarle el ego.
La verdadera jugada sería saber si él se traga el cuento de que yo me trago sus cuentos con el solo fin de llevármelo a la cama; eso en realidad es muy fácil (el llevármelo a la cama), porque no conozco a un tipo que se nieguen ante tal petición y los que lo hacen son gays o están en proceso de asimilar la propuesta y aceptar, pero siempre caen. Y eso en pocas palabras, es aburrido; así que decidí llevármelo a la cama, haciéndole creer que es él quién me llevará, haciéndome pasar por la niña inocente que no se sabe el jueguito.
No sé que tan agudo sea el complejo de cazadores que tienen los hombres ante una mujer, ni cual sea el ímpetu de competencia entre ellos; lo que si sé y lo tengo ampliamente comprobado, es el afán de no dejar títere con cabeza, de engrosar la lista de cogidas sin compromiso y demostrar que son todos unos: todas-puedo o todas-mías.
Para que me hago la que no sabe, si así son las cosas; raras veces, muy rara veces, un hombre realmente se compromete y sólo vive y lo hace con una sola mujer, pero según se vea, bastará con darle tiempo para que caiga en la categoría de los indecisos que aún asimilan el proceso o en que salgan del clóset.
Y creo que debería sentirme mal, porque existe eso del karma, del que no hagas lo que no te gustaría que te hicieran y miles de limitantes sociales que están tan de moda hoy en día dentro de una sociedad algo decadente. Pero como que no le tomo tanta importancia, como para qué? Si de un modo u otro, siempre nos vemos con el fantasma de la promiscuidad de la pareja o la propia, o de menos, con la duda; y habrá quien no sepa justificar que la una no es tan grave como la otra, sino que la otra es lo que más duele y decepciona aunque sea verdad o mentira.
Porque además de todo, no cree que me doy cuenta de los mensajes que recibe y me oculta como si fueran las coordenadas del submarino que tiene que asaltar James Bond; de que evita el contacto estrecho conmigo para no terminar oliendo a perfume femenino, o de menos, que lo manche de maquillaje. Pero me hago la desentendida, la inocente o la pendeja, para que no se ofenda… el muy pobrecito!
Después de unas horas, de estar endulzándome el oído, ha decidido que la cita se dé por terminada, porque él tiene que irse y el camino le es largo; claro, yo tengo que arreglármelas para regresar a mi casa porque ni de chiste me acompañará. Queda en llamarme luego, aunque su luego sea de semanas o meses, según se le antoje o la otra de la otra y la otra o la buena tenga un compromiso y lo dejen solito. Pero ni me siento mal (de momento) porque igual y le ando marcando a mi ex, que seguro ya tendrá otra víctima de sus poesías y canciones de protesta, a ver si no se le antoja un café o el recuerdo de nuestros días pasados.
Así, ni el muy pobrecito ni yo, tenemos tiempo para tener de que platicar la próxima vez que nos veamos. Lo malo del asunto, es que no me puedo quitar de la mente su imagen y el antojo que le tengo. Ni modo, una también siente pero como debo ser una niña buena tengo que aguantarme y esperar a que el muy pobrecito se decida a pedirme que nos vayamos a un hotel de paso a pasarla de lujo (pero del dicho al hecho) y seguro tendré que cooperarle porque las otras y la buena, le recortan el efectivo para lucirse conmigo y comprar más condones, porque será todo lo que quieran pero es responsable con su sexualidad; que le vamos a hacer, el muy pobrecito se preocupa por todas!
Y algunas veces, me resulta aburrido, otras interesante, otras me fastidia y otras más, me harta o simplemente me excita, pero no puedo negar que esos zapatitos, para que estén debajo de mi cama.
Ya no sé si soy una mojigata, una sádica o una pendeja, por seguirle el juego, por jugar conmigo o pretender que aquí nadie sabe nada y seguimos con el jueguito; lo malo sería que yo fuese la buena, que él viva y se comprometa conmigo y no sea gay.
Peor aún, que sea él quien esté pensando en el altar y yo sólo en engrosar la lista y mi ego… el muy pobrecito!
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Ya me harté de escribir bonito, de hacer escritura fluida y poco comprometedora; era una fase nice y algo ligera, lo admito; incluso volví a leer varios de esos posts, algunos son muy buenos y otros, pueden ser buenos ejercicios de escritura.
Decidí, comenzar desde otro lado; quiénes tuvieron la culpa: Lucía Ge y Paula la malvada. Me sentí enteramente identificada con su estilo, dentro del mismo ámbito si quieren, pero tienen eso que de un modo u otro, me hizo hacerme adicta a sus sites y devorarlos ante el paso de los días.
Tenían ese entrevelo que se identifica sólo si sabes por donde van sus palabras, los parafraseos y esas imágenes tan emotiva o ingeniosamente descritas. Ahí fue cuando yo me dije: si sigo escribiendo como para agradar a los demás, me lleva la fregada.
Y sí!, escribía con cierto sabor a ajeno, a complaciente y como alguna vez le escuché a un amigo citar a un autor (porque la frase es buena como para que él la armara, en realidad si puede ser posible; él me dijo que lo había leído, en realidad):
“Todos debemos tener una alarma antimierda.”
Creo que esa alarmita me sonó pero, uno nunca deja de ser un poco autocomplaciente y pasa más de una vez que la ignoramos. No es culpa mía, sólo era el afán de un ego por hacerse notar (nótese la cínica inclinación a la autodisculpa psicológica de todo lobo estepario), de esos impulsos que uno no sabe si controlar o si debe controlar.
Hubo muchas veces, que me topé con el: no pretendo ser blablabla… señal más que clara de que pretendemos indiscriminada, arbitraria, anárquica, cruel y estúpidamente ser pretenciosos como si eso nos diera un estilo beat ante los demás (y conste que la libre redundancia es necesaria y aclara un poco más lo pretencioso que uno suele ser en sus opiniones, así como el uso de un lenguaje más elaborado… según sea la intención y el grado de presuntuosidad que quieran imprimirle); ya sabrán entonces que me ahorraré ese cliché (o porque ya se dio a entender y lo saben).
Podría ser que como una recién etiquetada hypster, tenga mi lado kitsch y empiece a pretender, pero que se le va a hacer; si el requisito era tener humanos perfectos, alguien está poco capacitado para el puesto de supervisión y calidad, porque nos colamos bastantes por el filtro.
Algo que no puedo prometer, es cuánto dure este lapso de inspiración, al cual no le pondré nombre (los asuntos nominales me han causado problemas últimamente), así que tendrán que echar a volar su imaginación.
No esperen encontrar cosas lindas, cursis, melosas y llenas de buena vibra; porque el asunto de ser una persona políticamente correcta me fastidio, me dio cosas buenas pero ya basta! Aquí no debe haber modelos sociales aceptables, sino una referencia menos complaciente y sonora un poco más cruda (cru-da… tiene ese sonido pastoso con encanto, una de esas palabras que describen perfecto a lo que hace referencia); porque hoy en día, algunas personas nos hemos fastidiado de esas historias en las que siempre hay una lucha entre el bien y el mal, donde hay un héroe o una heroína (bueh!, siempre y cuando ésta última sea de carne y hueso, la otra aunada a un héroe, automáticamente lo descalifica para la lista de los hombres más sexies en la revistucha People) y un final feliz; que el villano siempre pierde o se lo lleva la fregada…
Aunque lo único rescatable de todo eso, sea que siempre guardan implícitamente un dejo de esperanza que hace a cualquier historia interesante después de todo, aunque el final no sea predecible o todo lo contrario. A veces creo que buscamos esas historias para recordarnos que las cosas podrían ir peor y que en realidad Julia Roberts pudiese desear más ser la prostituta que se levantan en Los Ángeles a terminar como la dama de sociedad que pasea frígidamente por el Rodeo Drive.
Quizás en cierto grado, yo deseo ser más la malayerba del cuento que la consentida del profesor.
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contenido: inaugurando la nueva sucursal