19 de enero de 2010

La fabulosa y relativa verdad detrás de las buenas intenciones.



Nota al margen:
Este post no tratará sobre lo ocurrido en Haití, no les incitará a que ayuden si no lo desean. La imagen sólo es para ilustrar el contenido. Cualquier parecido con la realidad, es mera coincidencia.

Es interesante todo lo que ocurre alrededor de una desgracia, de un acontecimiento detonante, de una causa que nos rebasa.

Mentira!!!

Según algunos filosos filósofos (en mi opinión la Filosofía resulta ser una disciplina, un arte realmente sublime referente al sarcasmo y otras delicias de la mente humana) declaran que hay dos sentimientos que el hombre no puede ni manipular ni dominar: El Hambre y El Miedo.

Son fascinantes los relatos que hablan de eso, de cómo grandes personajes de la historia han perdido la gloria por algún miedo o por hambre... invariablemente (esa palabrita suena muy quiénsabecómo).

Pero no sólo el Poder (el verdadero Poder) se ve obstaculizado con estos sentimientos; por cierto, cabe aclarar que son sentimientos y no emociones, ya que las 'sentimos' no las 'emocionamos' (oseasé, no las racionalizamos) y de aquí partimos al ácido relato de las buenas intenciones del homo sapiens sapiens:

Ante circunstancias que van más allá de la mano del hombre y ponen a prueba su resistencia al dolor tales como: ataques terroristas, catástrofes naturales y condiciones limítrofes; la sociedad mundial, busca la unión mediante el apoyo, el voluntariado y la Piedad.

Pobres ilusos.

La Piedad sirve, en la mayoría de los casos como excusa y pretexto para callar voces internas inimaginables para el humano promedio. Curioso es el hecho como ésta surge en todos y cada uno de nosotros (bueh! pertenezco al ghetto erguido): ante la desgracia ajena.

Pero esta desgracia 'ajena' debe cumplir con algunos imprescindibles requisitos:

-Afectar a desválidos (en cualquier ámbito, siempre se tendrá una justificación).
-Paralelismo histórico (incluso inventada).
-Impotencia (de cualquier clase).

Si la desgracia cumple su objetivo, se verán casi inmediatamente, las voces piadosas acudiendo a su rescate.

¿Lo identifican? Ese insignificante detalle... la Piedad despertó a la bestia del Poder; gracioso no? No, más bien irónico. Ya que el hombre se siente omnipotente como para rectificar el pasado en el presente y peor aún, en el futuro; queriendo curar las heridas que toda desgracia deja, sólo que éstas no las provocó directamente.

Aún la guerra no es un pretexto sólido, sabemos históricamente que son actos pensados, diseñados y ejecutados con un doble fin; mientras que la parte espectacular es mostrada a gran escala, el verdadero objetivo es vendado con ingeniosa habilidad y por lo regular, siempre pasa desapercibido.

En fin, puedo asegurar que en toda familia existe una tía filósofa, de ésas que siempre sacan a relucir frases tan inteligentes que a veces, nos dejan sin palabras, como ésta:

"El camino al infierno va adornado de buenas intenciones".

Yo me pregunto: ¿Qué necesidad hay de que todo mundo sepa si contribuyo o no a una causa humanitaria? ¿Qué no se supone que si te nace del corazón o la inmensa Piedad que alberga el alma humana baste para ayudar? ¿Por qué fregados construir un escenario lastimero, deplorable y manipulado para hacer sentir mal a los demás por una 'cooperación voluntaria' forzada? ¿Son necesarias las lágrimas televisadas y la patética músiquita con violines mientras las imágenes muestran la inevitable insignificancia de nuestros actos y presencia en este mundo?

Igual decía esta singular tía, que las buenas intenciones son primas hermanas de la Vanidad y las Culpas Morales.

Tengo la teoría de que son precisamente éstas últimas las que han llevado a la humanidad al hoyo. La Vanidad, como sea, es más vulnerable que la política económica actual; siempre habrá algo para partirle la maceta.

Sin embargo, las Culpas Morales son las principales mutiladoras de la dignidad humana; por limpiarlas, hacemos hasta lo imposible, nos sentimos aludidos ante las desgracias ajenas y necesitamos que los demás sepan que hicimos algo 'desinteresadamente' por los demás y que es justo que nos lo reconozcan.

Conclusiones:

Mientras más grande o grave se sienta esa culpa, más Buena será la Intención; la segunda, probablemente el 99% de las Buenas Intenciones tendrán un interés oculto; aunque queda la esperanza del 1% restante que realmente lo haga desinteresadamente.

Ya lo decía aquél poeta de batallas épicas:

"The answer my friend, is blowin' in the wind..."

2 buzón de quejas:

Kyuuketsuki dijo...

Excelente. Yo suelo pensar lo mismo de las donaciones, de la gran mayoría al menos. Si embargo, si creo aún en la capacidad de ayudarnos mutuamente, mínimo por afinidad genética. Y es simple: así estaremos mejor.

Malayerba Dárgelos dijo...

Mr. K:

Algunos utópicos apostamos a las causas perdidas, sobre todo a ese 1% esperanzador.

Gracias por su siempre valiosa aportación.