29 de abril de 2010

Chunche Chachachá.

Aún cuando los años pasen, que los rasgos maduren y que las actitudes cambien... de vez en cuando, hay que sacar a jugar al niño interno!!!



23 de abril de 2010

Dejarme ir...



-¿De qué depende?


Curiosamente me preguntaron... 3 veces escuché la pregunta; de distintas personas, pero con una misma connotación.

Me llamó la atención que me lo preguntaran justamente a mí; hecho que me halagó, por un momento. Después, me dí cuenta que, más allá del simple hecho de pedir alguna opinión o escuchar lo que tenía que decir al respecto, lo que mencionara iría más allá de una simple plática entre amigos.

Era como escudriñar en un terreno que implica más que 'romper el hielo'. No sólo era el terreno sexual, al menos mi respuesta no se quedaba en eso.

Esto viene al caso, porque hace unas noches, algo cambió. La pregunta fue una antesala que por azares del destino, se me debía plantear.

¿Es posible soñar una emoción? No hablo de sólo soñar, sino del hecho de vivir plenamente un sentimiento que racionalmente, va más allá del sueño. Yo pensaba que no, por el simple hecho de que creía en el cuento de que si te pellizcas y no te duele... era un sueño.

-¿De qué depende qué?
-Que tu pareja tenga un orgasmo contigo, ¿Sólo con tocar? ¿Importa el tamaño? ¿Desde el principio debo atacar el terreno y emplear mis métodos hasta conseguir que lo sienta?
-No... es un todo. No sólo depende de tocar fuerte o suave, de acariciar hasta que se desgaste la piel o durar horas; es un todo.

Es un todo: la química con la pareja, sentirte cómodo con esa persona, las miradas, las caricias, lo que no se dice, lo que se ignora; no es sólo emplear boca, manos y genitales, no es sólo coito, no sólo es amor; incluso se puede prescindir de cualquiera y aún así, es un todo.

No sé si mi respuesta les convenció, pero estoy convencida de eso, completamente. El sueño vino después; fue uno de esos sueños de los que no quieres despertar y sabes que no quieres despertar y luchas por no hacerlo; aprietas lo ojos para no dejar entrar ningún rayo de luz y te aferras a no dejar ir ese mundo.

Pero en algún momento, tuve que despertar y dejar ir ese momento, esa sensación de plenitud; me prometí hacer lo posible por no dejar morir ese recuerdo onírico que no sabes hasta qué punto fue real.

Y me pregunté si no quería luchar por un sentimiento que duró un instante, lo hiciera por el resto de mi vida; aunque viniese de un sueño. Al responderme afirmativamente, me sentí absurdamente cursi por sentirme 'dueña del mundo' y me dio miedo por enfrentarme a algo desconocido, porque eso es lo que es para mí... algo desconocido pero poderoso, hermoso.

Ni siquiera sé como explicarlo para darles una mejor idea, como lo pregunté alguna vez: ¿Cómo explicas un sueño sin que al hacerlo, deje de serlo?

Tengo que ser realista, sé que hay cosas que deben terminar, debo dejarlas ir... no se puede meter algo donde no hay espacio, por decirlo de algún modo. En el fondo, sabía que en algún momento lo tenía que decidir y lo tendría que hacer; y no quería que ese momento llegara, porque me encontraba en una zona de confort tan enferma que no avanzaba, ni para adelante ni para atrás.

Muchas veces (la mayoría), conocemos las respuestas pero tememos al hacer las preguntas o evadimos hacer las correctas; pero sabemos las respuestas contundentemente. Así que me pregunté, no hay peor juez que uno mismo, siempre lo he dicho: no engañarás a nadie tanto como lo hagas contigo mismo; el único que conoce tus faltas y puede reclamar tus culpas está en el espejo... y torturas de ese estilo.

Aún creo que soy una inmadura testaruda, lo malo es que luego me llegan chispazos que me mueven el piso y desearía ser más idiota para pasarlos por alto, pero no soy así. No después de todo lo que he experimentado hasta llegar aquí y ahora.

Jamás me hubiese imaginado que un sueño (literal) me cambiara muchas cosas; pero de algún modo, me alienta para ser mejor persona y para dejar fluir lo que tenga que ser... aunque en el fondo sepa que por mucho tiempo, traté de mantener el control, tal vez de forma absurda.

Tal vez mi todo se halló en un roce, en un simple roce onírico...

16 de abril de 2010

Alberto Montt y sus monerías.

Este post es realizado, gracias a la aportación de la Mafalda (una tipeja igual de loca que yo, pero a la maldita le envidio su foto con Vicentico!!!) que en un afortunado correo que envió a mi ya absurdo mail, me puso al tanto de este artista gráfico:


Aquí, una pequeña muestra y si se animan a ver el resto... ya saben dónde clickear.

14 de abril de 2010

Quién me ha robado el mes de abril???



O lo que es:

"¿Ahora quién podrá ayudarme?"

Pues resulta que por pacheco y algo senil, al adorable trovador españolito de Sabina se le 'chispotió' al soltar sendo comentario sobre la 'inocencia' del Presidente Felipe Calderón y su pelea contra el crimen organizado/narcotráfico en el país; dando por entendido (el secreto a voces) de que la policía mexicana está coludida con toda la red distribuidora de drogas.

Aquí el resumen informativo de la 'afrenta':

Sabi dijo, Gómez Mont respondió.

Y por si no conocen la Constitución Mexicana, aquí el Artículo 33.

Queda claro que, a Sabina le faltó Diplomacia y a Gómez Mont... ¿Mota? Lo acertado del asunto fue que el Secretario de Gobernación, contestó al comentario con astucia, no cayendo en provocaciones fáciles ni dando tumbos; en este aspecto, el funcionario público ha dado muestras de no estar buscando simpatías para poder postularse como próximo Presidente (recordemos la vieja costumbre presidencialista de sexenios pasados: binomio SEGOB = Banda presidencial) y pone en claro las posturas que se deben tomar ante la opinión pública, al menos en este caso.

Ahora, ¿Qué necesidad tenía Sabina de volver a decirlo? Total, en todos lados se cuecen habas y si de legalizar dependiera el consumo de drogas, sobre todo de las naturales - suaves - terapéuticas, él ya no lo haría por recreación... y quién sabe cuántas canciones se le habrían ido de las manos si no fuera por la 'musa' de su inspiración...

¿Y si hubiese tenido enfrente a Hugo Chavéz? (Igual le besa los empeines).
¿Y si estaba pachecón?

Lo cierto es que, al igual que Ricky Martin: ni sabía de su vida, ni sabía que estaba en México... ¿o será por eso?

¡Ah qué puntadas del mundo farandulero!

¿Qué sigue: Kalimba en la ONU?


(Si me dicen a quién le robé esta frase... les beso los empeines)



8 de abril de 2010

Telebulbos.

Organic vibe.

En mi incansable esfuerzo por criticar y sopesar el absurdo en la sociedad mexicana con mi exquisito humor negro o cinismo puñalero o arrogancia atroz; he decidido no ser tan cruel en ésta y próximas (selectas) veces.

Ya que a pesar de todo (y para gran fortuna), existen mentes audaces abiertas al libre discurso de la educación y la información eficaz (que no es lo mismo que libertinaje palabreado) y se merecen conocer otras mentes que proponen, informan y complementan el libre pensamiento.

Estrenando nueva sección:
Telebulbos

Presentando seriales, documentales o videos que valen la pena según yo (puede que luego ponga una estupidez pero igual cuenta... muajajajaja!) y estén ad hoc con romper velos de ignorancia (hay que filosófica ando hoy!!!).

De una de mis series favoritas en el mundo mundial:

21 días - Fumando porros.

Periodista: Samantha Villar
Televisión Española Cuatro.











4 de abril de 2010

Anatema 700... 3


El cofre.


"Se puede experimentar tanta alegría al proporcionar placer a alguien que se sienten ganas de darle las gracias."
Henry Montherlant


Siempre era la misma hora, siempre el mismo camino, la misma hermosa doncella de cabellos negros rizados y ojos color miel; siempre adornada con esa aura virginal que ante sus ojos, pasaba desapercibida.

Pero no para él. No para el Conde Couttou, que desde una alta ventana se postraba tras la cortina a mirar furtivamente a esa delicia de doncella; a la cual quería poseer más allá de la carne, más allá de su imaginación y deseo.

Madame Zhuttar tenía la firme intención de hacer de Silvana su pase directo a la riqueza; sólo eso tenía en la mente, propósito que no pasó desapercibido para los oídos de Couttou. No tardó mucho construir la negociación con Zhuttar para quedarse con Silvana... su ya Silvana.

Poseer a una doncella de 14 años, no era 'bien' visto para un caballero gentil de su clase, de su edad; si sus años contaban como demasiados para tener a una doncella a su cargo, al menos si fuera como un mentado mecenas que figure de filantrópico social y sea un ejemplar personaje.

Así era el plan tan simple de Couttou para abrirse paso ante las miradas de una sociedad tan moralmente negra, como negras eran sus intenciones de 'educar' a Silvana.

La noche en que la doncella pasaría a una gran habitación de su casa, sería drogada por Madame Zhuttar; cuando despertara, se hallaría envuelta en una cama de sábanas de seda blanca, tan blanca como Couttou se la imaginaba, la deseaba, la quería.

Las primeras semanas, Silvana intentó escapar de varias formas, incluso colgándose del dintel plateado del que colgaban velos para cubrirla de los molestos mosquitos; pero se tranquilizó cuando Couttou ni siquiera la molestara, cuando después de 15 días en esa casa, él no hiciera acto de presencia para exigir sus derechos sobre ella; derechos que de antemano Zhuttar le había hecho saber, el precio pagado por ella exigía altos favores, solicitados a su tiempo.

Pero el tiempo pasaba y los favores tal vez serían otra artimaña de esa vieja zorra prostituta y de poca categoría, tal vez el destino se había apiadado de ella y por fin se encontraba a salvo. Como a salvo se encontraba su honra, ¿Qué tenía de malo pensar que su honra sería un aval que cobraría a su modo, con quien ella eligiera?

Paseaba por las amplias habitaciones, reconociendo los rincones, los pasillos y las maravillas que ahí se albergaban; 3 mozas estaban a su cargo para que ella no se preocupara por nada, pero esas mismas mozas tenían estrictamente prohibido hablar con ella más allá de lo esencial; al igual que tenía prohibido salir de la propiedad sin el permiso y compañía de Couttou, pero como éste no daba señales de vida y las comodidades brindadas le bastaban, la idea de salir no le era tan provocativa.

El día que Silvana llegó a la biblioteca, se admiró de la cantidad de libros que se contenían en las altísimas paredes del salón:

-Son tuyos, si los lees.

Oyó una voz masculina y madura, casi vieja detrás de ella; en un impulso por voltear, quedó paralizada y sólo se dispuso a oír y ser observada.

-Empezarás por el libro al fondo, el de pastas blancas y seguirás de filo por ese mismo entrepaño. -¡¿Todos esos?!
-Pronto los terminarás, cuando termines, dejarás el último libro en la mesilla junto a la puerta de mi habitación y te dispondrás a darme una cátedra sobre ellos.

Esa enmienda sonaba a educación, aspiración que para sus propios recursos no estaba a su alcance, caminó hasta alcanzar el libro indicado mientras se quedaba a solas. Empezó a leer y lo que leía le empezaba a dar asco, pudor, vergüenza y miedo; de repente, lanzó el fino libro por los aires y trató de salir corriendo de ahí.

¿Qué era lo que pretendía ese viejo que ella aprndiera? Entre sus lágrimas y gritos de auxilio, rezaba, rezaba en voz alta para que la oyeran esos oídos que parecían ya no hacerlo. Pero al filo del día, se levantó, recogió dicho libro y leyó, leyó hasta terminarlo de golpe y seguir con el siguiente.

Una noche, un libro se halló en la mesilla y a Couttou se le iluminaron los ojos, al abrir la puerta, encontró la habitación totalmente iluminada, perfumada y en su cama a Silvana, cubierta tan sólo por una bata vaporosa color blanco que le dejaba entrever su cuerpo desnudo, sus pechos redondeados y sus muslos entreabiertos, dejando ver su sexo cubierto de negrura.

-Hoy te entrego mi virginidad, quiero que manches de rojo todo mi cuerpo, tu cuerpo; quiero que hoy me hagas mujer y dentro de 3 días volveré para darte esa cátedra que me solicitaste y que te daré con gusto.
-¡Eres una insolente! No te vuelvas a dirigirte a mi persona de ese modo o...
-¿O qué? Fuera de esta y cualquier cama serás mi dueño, pero en ellas seremos iguales o si lo prefieres, búscate a otra que te dé cátedra.

Couttou se excitó a tal grado que corrío a besarla, morderla y penetrarla sin control; después disciplinaría a esa escuincla que pretendía estar a su altura.

Después de unas horas, Silvana regresó a su habitación con una sonrisa malvada dibujada en su rostro, sonrisa que si Couttou hubiera visto, sabría que un demonio se hallaba albergado en su propia casa, tan bello e irresistible, tan maldito y cruel; maldita la hora sería cuando posó sus viejos y perversos ojos en ella.

A los 3 días, Couttou esperaba impaciente la llegada de Silvana que puntual acudió a la cita; esta vez, las órdenes estuvieron a cargo de Couttou, quién la desnudo a tirones, la mordía, rasguñaba y golpeaba a discreción; rudeza que Silvana desconocía y que se convertiría en un afrodisíaco que no dejaría jamás.

Fue entonces cuando Couttou descubrió el verdadero sabor de esa droga maldita, su boca se posicionó en el pubis y clítoris de Silvana, el cuál deleitó y saboreó hasta que ella pudo separarlo a empujones; su clítoris sangraba y en medio de una lucha, Couttou volvió a succionar con fuerza, varios orgasmos se dieron de forma secuencial; los gritos y fluídos de Silvana eran como trofeos para Couttou, quien seguía enfermo de esos gemidos y cada que los escuchaba, seguía atacando sin misericordia.

En un arranque, volteó a Silvana de espaldas y mientras sus dedos la penetraban, su lengua encontraba un nuevo recoveco; Silvana desquiciada, gritaba de placer, de dolor, gritaba exigiendo más fuerza, más rudeza y en un rincón de su alma, empezaba a sentir miedo de todas esas venidas placenteras que parecían prohibidas porque en el fondo, su Fe aún la protegía de perderse en ese oscuro abismo del cual ya no sabía si saldría.

Esa escena se repitió infinidad de veces, hasta que un día Silvana empezó a sentirse mal, la rudeza con que Couttou la trataba sexualmente, la había hecho presa de hemorragias internas que impedían juguetear con la misma frecuencia. Así la necesidad de llamar a su médico de cabecera era inevitable, sólo que el médico no se encontraba disponible y el que acudiría al llamado sería un joven practicante que estaba a cargo de los pacientes por el momento.

Pippo Montre llegó presuroso a la Casa Couttou, al examinar a Silvana, no debería tener gran intuición para saber lo que había ocasionado dichas llagas a lo que Couttou le pidió gran discreción e hizo entrega de algunos francos en agradecimiento. Las visitas fueron numerosas ya que las curaciones y revisiones no podían descuidarse o podrían infectar a Silvana, visitas que no pasaron inadvertidas por ella ni por Couttou, quien empezara a sentir celos, como todos los de su clase cuando la presa ataca con sus armas a otro cazador.

Cuando la presencia de Montre ya no era necesaria, Couttou se apresuró a pedirle no acercarse ni hablar de ello con nadie; Montre por su parte, le mencionó que nada de eso se sabría con una sola condición: Que le dejara pasar una noche con Silvana, ¿Qué le sería una noche si la tendría por todas las demás? Además Couttou podría estar presente.

Silvana dispuso la cita y Couttou preparó todo; a pesar de sus celos, le excitaba la idea de ver a su Silvana viniéndose con otro hombre y eso quería verlo. Además, el insulso Montre a decir de otras doncellas y señoras, no representaba gran amante, si acaso pasaba por 'mediocre'.

Y en efecto lo era, su miembro apenas era una vara que sobresalía de su cuerpo, sus modos eran torpes y hoscos; la cara de Silvana lo mostraba así, a punto estuvo Silvana de parar ese aburrido romanceo en sus senos cuando, Montre bajó a su clítoris y empezó a lamerlo, chuparlo y succionarlo y de repente, Silvana explotó en un orgasmo intenso, delicioso y húmedo, un líquido color oro chorreaba con fuerza de la cara de Montre, líquido que alcanzó a mojar a Couttou y éste probó al instante... entonces sus ojos se inundaron de rabia, celos e ira.

De un tirón, separó a Montre de Silvana y lo lanzó al gran salón, pegándole un tiro en la frente; al día siguiente, todo lucía como si nada hubiese pasado.

Las sesiones sexuales entre Couttou y Silvana recobraron su rutina, rudeza e intensidad, pero jamás pudo lograr que ella se viniera como esa vez; en el fondo, Silvana se daba cuenta del poder que había adquirido en la ahora moribunda figura de ese Conde desahuciado y lo usaría para darle pequeñas estocadas mortales.

Trataba de consolarlo y darle instrucciones de cómo hacerle para lograr esa venida triunfal, pero Couttou jamás pudo igualar el efecto y cada vez se derrumbaba más.

Al paso de unos años, Silvana había logrado que ante la frustación de Couttou, éste le cediera más poder sobre él, empezaba a practicar lo que todo viejo decadente hace cuando sabe que pasará del lado de los perdedores: llenaba a Silvana de regalos y lujos que en la cama no podía desempeñar.

De pronto, mientras él succionaba y penetraba con rudeza a Silvana, ésta cansada del poco placer que ya le proporcionaba, le aventó con fuerza y gritó:

-¡Viejo decadente! ¡Jamás me harás venirme como Montre!

Era cierto que Silvana era malvada pero aún le altaba mucho para aprender a ser cruel y mortal, cuando reaccionó y miró como Couttou se le abalanzaba encima, empezó a sentir como el aire le faltaba y el miedo que hace mucho había olvidado, le vino de nuevo pero las sombras le abrumaban todo... hasta que todo eran sombras y sentía su cuerpo caer sin poder evitarlo.

Cuando despertó, de un salto quiso salir corriendo al ver a Couttou frente a ella, pero un agudo dolor la detuvo y Couttou sonrió satisfecho ante la sorpresa de Silvana.

-Mi amada Silvana, es probable que me hayas dado el mayor placer de mi vida y eso es lo que te agradezco, pero soy tu amo, tu señor, tu hombre pero no tu títere; tu placer me pertenece y pagué por él, no por tí; así que en este cofre me llevo lo que me pertenece.

Ante la mirada atónita de Silvana, miraba por última vez su clítoris retirado con tanto empeño y cuidado en un cofre donde también estaban los pezones de alguna otra doncella.